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Los versículos “isla”

    Versículos Islas

    POR: MARCELO MARISTANY

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    En la Biblia existen pasajes que parecen ser los más apropiados para preparar un sermón o un estudio individual, conocido en la jerga cristiana como devocional. A esos fragmentos textuales los denomino “islas”; por dos razones: La primera es porque suelen tomarse, y analizarse, aisladamente. La segunda, porque sobresalen como islas en el mar. Estos pasajes breves, versículos, no son como la mítica “isla de Samborombón”, que flota y surca los mares.

    Entonces, estas islas textuales son como las reales, las que están unidas a masas rocosas. El problema consiste en ignorar ese contexto “sumergido”. Solo se conoce y se predica sobre la isla, la parte no sumergida, la más visible. Sin embargo, las reglas de la buena interpretación bíblica nos recomiendan verlas en sus bases contextuales.

    VEAMOS ALGUNOS EJEMPLOS:

    Por otro lado, esos versículos o fragmentos suelen aparecer en paisajes de calendarios bíblicos, o en cuadros a modo de epígrafe. En estos últimos, la mayoría son citas de Salmos, pero también suelen aparecer pasajes de los profetas menores. Amós 4: 13 es uno de ellos:

    “Porque he aquí, el que forma los montes, y crea el viento, y anuncia al hombre su pensamiento; el que hace de las tinieblas mañana, y pasa sobre las alturas de la tierra; Jehová de los ejércitos es su nombre”.

    Algunos, también, son letras de canciones:

    “Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos” (Sofonías 3:17).

    El pasaje de Joel 2: 28 es bien conocido, pero quizás no bien leído; dice “y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones”. El mismo se encuentra en el libro de los Hechos 2, incluido en el discurso de Pedro el día de Pentecostés. Pero este pasaje requiere de una lectura profunda. Esta perla está insertada en un terreno ríspido, en el mismo barro, ya que estos pasajes forman parte de un conjunto de profecías. No están “aislados”, como se los suele presentar.

    Otra de estas islas la podemos encontrar en la última parte de la oración final del profeta Habacuc:

    “Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de las majadas, y no haya vacas en los corrales; con todo yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mis salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar. (Habacuc 3, 17-19)”.

    La mayoría de nosotros conocemos este pasaje, pero no todos conocemos el libro en su totalidad. Y este es un grave error. Porque no se debe ignorar el contexto. Y el contexto se encuentra en gran parte, en la lectura completa de Habacuc. El resto lo podemos hallar, sin dudas, en diccionarios, comentarios bíblicos y en Atlas bíblicos.

    EL CASO PUNTUAL DE HABACUC 2

    Otro pasaje a analizar, usado en almanaques, está en el mismo libro, en el capítulo anterior:

    “Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar” (Habacuc 2, 14).

    También, en este mismo libro, al inicio (1: 5), aparece un pasaje muy usado por algunos predicadores triunfalistas:

    “Mirad entre las naciones, y ved, y asombraos; porque haré una obra en vuestros días, que aún cuando se os contare, no la creeréis”.

    Ese “en vuestros días”, suele ser aplicado por algunos predicadores como una seudo profecía para la congregación a donde han sido invitados. Entonces, el mensaje sería: “Dios va a hacer una obra entre ustedes, que los va a asombrar”. Pero ese asombro, en la profecía original, no es algo bueno. Eso se aclara en el verso siguiente: “Yo levanto a los caldeos (Babilonios), nación cruel…” Esa obra no es un avivamiento ni una lluvia de milagros, ni ninguna otra manifestación del poder sanador de Dios, es otra clase de obra. El problema es que esa obra de Dios no encuadra con nuestra clásica interpretación de la Biblia.

    Nuestros oídos “evangélicos” (evangélicos en el mal sentido) están mal acostumbrados. Cuando leemos, o escuchamos, la palabra “obra”, automáticamente le atribuimos un significado positivo: una operación benéfica del poder divino. Sin embargo, esa obra tiene que ver con juicio, con castigo, con destrucción. En este caso, el contexto define al texto, lo interpreta. Además nos libra de la libre interpretación privada, personal. Aunque esa privacidad de interpretación pasa de lo individual a lo colectivo.

    EL RESULTADO DEL ANÁLISIS DESCONTEXTUALIZADO:

    Congregaciones enteras comparten una mala teología de parte de sus líderes, porque estos asumen una interpretación privada (denominacional, a veces) de ciertos pasajes de las Escrituras.

    Por ejemplo, la historia de Jonás es tomada como una gran isla dentro del espectro bíblico. Solo se considera el aspecto anecdótico: el gran pez, el árbol que crece rápidamente, el gusano que lo devora del mismo modo, el viento solano. Sin embargo, el mensaje central y profético de este libro, tiene un receptor principal: Nínive, la capital del reino asirio. El mensaje nuclear no es para nosotros, ni para la iglesia, ni siquiera para el pueblo judío. Es una profecía narrada y protagonizada por el profeta. Claro que de este libro se pueden tomar infinidad principios, tiene mucho jugo espiritual para sacarle. Pero eso no quita que el mensaje primario fue para esa capital extranjera.

    Está claro, que si esto sucede a menudo en nuestras congregaciones es porque existe un problema de interpretación en cuanto al conocimiento bíblico. Terminamos siendo “versiculistas”, lo que implica que tomamos esas islas bíblicas para usarlas en nuestros mensajes.

    No digo que eso esté del todo mal, porque de hecho lo realizamos. Pero a veces el no tener en cuenta el contexto, el continente que sostiene a esas islas, podemos caer en errores teológicos graves.

    ES VITAL CONOCER EL “MAR” DONDE ESAS “ISLAS” ESTÁN INMERSAS

    El contexto otorga luz al texto. Lo enriquece y nos impide caer en esos errores. Además, nos permite una comprensión más profunda.

    Este problema de interpretación se da en toda la Biblia. Es necesario analizar a las perlas en su ámbito natural, es decir, en su contexto. Cada pasaje conocido, está inmerso en una situación política, geográfica, social. Debemos ver a las perlas en sus ostras. No aisladas.

    En cuanto a los doce profetas, ellos fueron personas con un mensaje de parte de Dios para sus contemporáneos. Pero también para las generaciones futuras. La profecía tiene dos vertientes, dos direcciones. Es un arco que lanza simultáneamente dos flechas. Una para Israel, y otra para las naciones. Una para el presente y futuro mediato, y la otra para un futuro lejano, quizás nuestros días. La profecía es multidireccional. Tiene alcance inmediato y mediato. Tuvo sentido para los de aquella época, los años 800 a.C. Y también para la nuestra. Hay que ver a las dos flechas. No a una sola.

    LA IMPORTANCIA DEL ANÁLISIS CONTEXTUAL

    Este principio de análisis contextual debe regir para cada estudio bíblico, cada predicación (en su preparación), cada devocional.

    Para finalizar, los devocionales pecan de extraer un pasaje corto, versículo, y meditar sobre el mismo. Sin embargo, suelen ignorarse aspectos contextuales. Salvando las distancias y profundidades de un estudio bíblico, el devocional debería contar también con el principio de la masa continental, la que sostiene a la isla. Así, nuestros devocionales nos serán de mayor provecho, y no caeremos en errores teológicos ni de interpretación.

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    Marcelo Maristany

    Es escritor. De la ciudad de La Plata, donde estudia la Carrera de Letras en la UNLP. Es autor de varios libros, entre ellos "Cuentos ensanblados", "Bitácora" y "Onírica". También es ilustrador y el creador de la tira cómica "Evangelito y Hermanos".

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    Marcelo Maristany

    Es escritor. De la ciudad de La Plata, donde estudia la Carrera de Letras en la UNLP. Es autor de varios libros, entre ellos "Cuentos ensanblados", "Bitácora" y "Onírica". También es ilustrador y el creador de la tira cómica "Evangelito y Hermanos".

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