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Tiempos de callar y de hablar

    Covid

    Por: Leandro Berguesi.

    “¿Te fijaste cuantos cristianos sienten que deben decir algo por las redes sociales?”

    Alguien me hizo este comentario recientemente en medio de La cuarentena a causa de la pandemia del Covid-19 y me ayudo a pensar en la necesidad que tenemos los creyentes de dar una explicación a todo lo que sucede en el universo, nos sentimos urgidos a dar una respuesta. Quizás esto se deba a nuestra creencia de que como somos embajadores de Cristo tenemos que representarlo bien; o a lo mejor porque queremos demostrar que tenemos una fe inteligente que le puede encontrar sentido a todo. Se mezcla la necesidad de dar una respuesta con la creencia aportada por la doctrina de la soberanía divina y el determinismo teológico sumado a que, según algunos estudios recientes, nuestra generación de creyentes sufre de “analfabetismo bíblico”.

    Sin embargo, no es cierto que tenemos que salir a dar repuestas de todo lo que pasa en el mundo y menos aún cuando nadie las pide. La verborragia habla más de lo que pasa en nuestro interior que de lo que pasa afuera. Significativamente nos apresuramos a responder preguntas que nadie nos ha hecho. Una buena pregunta, entonces es ¿quién está necesitando respuestas? Cuando damos respuestas sin que nadie nos haya hecho una pregunta quizás estamos respondiendo a inseguridades internas o a preguntas internas; no tiene nada de malo ni de negativo pero no intentemos decir que son otros los que necesitan esas respuestas.

    Encontrarle un sentido a todo quizás es necesario cuando alguien no tiene un sentido o un propósito claro en la vida. Necesita que todo tenga un sentido para sentirse más seguro, pero ciertamente no todas las veces podemos encontrar un sentido a los sucesos tanto ordinarios como extraordinarios. Quizás todos tengan un sentido, quizás algunas cosas no lo tengan. Chesterton dice en el capítulo cuatro de “Ortodoxia”, que “el filósofo del cuento de hadas celebra que la hoja del árbol sea verde, precisamente porque podría haber sido escarlata. Siente como si la hoja se hubiese vuelto verde un instante antes que él la mirara. Se complace de que la nieve sea blanca, basado en el principio estrictamente razonable que podría haber sido negra”. Estar buscando el sentido de todas las cosas puede ser un tanto agotador e innecesario.

    Bíblicamente, todo lo que Dios creó tiene un propósito pero no todo lo que pasa. En tanto y en cuanto Dios le dio al hombre libertad de acción es que puede elegir hacer el bien o hacer el mal. En cuanto a la pandemia, quizás fue un error humano o una intensión humana positiva o negativa que se salió de control y no es necesario encontrarle un sentido, es necesario darle un sentido positivo a este acontecimiento, y esta es también una capacidad humana distintiva, tenemos el poder espiritual y la fuerza de voluntad para transformar la crisis en oportunidad. Si bien la crisis trae en su seno la oportunidad, esta necesita ser materializada, porque si no sólo será solo una crisis más.

    Podemos hacer una lectura positiva de las consecuencias de esta pandemia en todas las áreas de la vida pero para que eso se materialice hay que trabajar y mucho, tanto en términos económicos, políticos y sociales como espirituales. Podemos, y debemos, darle un sentido positivo a esta situación en tanto que está escrito: “a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien”. No todas las cosas tienen un sentido, no siempre tenemos la capacidad de entender todas las cosas que nos suceden pero sí tenemos la responsabilidad de hacer lo mejor que podamos con ellas, darle un sentido y una dirección apropiada, sacar el mayor provecho posible en función del propósito de Dios para la humanidad.

    2 pensamientos en “Tiempos de callar y de hablar”

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