Días pasados, encontramos al escritor Clive Staples Lewis, más conocido como C. S. Lewis, en su casa de Risinghurst, Oxford, dispuesto a comentarnos acerca de su afirmación referida a quién fue realmente Jesús de Nazaret.
Sus afirmaciones causaron sorpresa a sus lectores y, amablemente, consintió en permitirnos conversar con él.
Entrevistador: Usted argumenta tres interpretaciones acerca de Jesús y su ministerio durante su vida terrenal, ¿qué nos puede comentar acerca de los tres aspectos que lo llevan a afirmar la divinidad de Jesús?
Clive Staples Lewis: Mire, soy un laico ordinario de la Iglesia de Inglaterra, que cree que el mejor (y tal vez el único) servicio que puede prestar a su prójimo no creyente, es exponer la fe que ha sido común a casi todos los cristianos de todos los tiempos…
E.: Sus pensamientos reflejan profundidad y agudeza, Señor Lewis, y estamos aquí también porque nos sorprende su rara capacidad para “conectar” con sus oyentes en los programas de radio… Háblenos de su Trilema, ¿cómo es que podemos llegar a conclusiones referidas a: Jesús era quien decía ser (Dios, o el Hijo de Dios), o no lo era?
El Señor Lewis sonríe arrellanándose en su sillón…
C. S. L.: Tomemos la segunda opción: o Jesús era consciente de que estaba mintiendo, o estaba convencido de lo que decía y estaba loco…
El Señor Lewis se toma su tiempo para volver a encender su pipa y continúa:
C. S. L.: Reflexionando sobre estas cuestiones, el preguntarnos acerca de las opciones contrapuestas que se presentan, nos obliga a buscar la lógica de una respuesta. Es decir, ¿era un mentiroso o un lunático, o ciertamente Jesús era quien decía ser: el Hijo de Dios y Dios mismo? Planteo de este modo mi trilema, que es en realidad un dilema con tres posturas, de acuerdo al cual uno, leyendo la Biblia, puede llegar a tres conclusiones sobre Jesús y elegir una de ellas… Y esas conclusiones son: Uno: estaba Loco, era un Lunático, un demente, un enfermo mental, que se creía Hijo de Dios. Dos: era un Mentiroso, de los peores, que hacía creer a todos que era tal cosa cuando él sabía que no lo era. Y tres: era lo que decía ser, el Hijo de Dios… Incluso quienes no creen en la divinidad de Jesús están dispuestos a aceptar que era “un gran maestro moral”. Pero esta visión es inconsistente, ya que alguien que dijera las cosas que Jesús decía…
E.: Por ejemplo, ¿que era capaz de perdonar los pecados o que existía desde antes de Abraham?
C. S. L.: Ciertamente, si decía estas cosas, sin ser verdaderamente Dios, sólo podía ser un loco. O un mentiroso. Sin embargo, en contradicción con tales afirmaciones megalómanas, el carácter de Jesús nos parece sincero y humilde. Me desagrada escuchar a personas decir que creen que Jesús fue un gran maestro, una persona muy inteligente, pero que no era Hijo de Dios. Esto me asombra, es una tremenda contradicción… ¡Porque entonces era un loco o un mentiroso!
Nos acercamos al final de la entrevista y escuchamos las últimas referencias del señor Lewis con respecto a su Trilema:
C. S. L.: Resulta obvio que Jesús no era ni un lunático ni un mentiroso, y sólo la última opción, por inverosímil que parezca, puede resultar cierta: Él es el Señor. Por eso, como escribí, hay solamente dos opciones frente a este trilema: “Escarnécele como a un insensato, escúpelo y mátalo como a un demonio; o cae a sus pies y proclámalo como Señor y Dios”. Si se afirma que Jesús era solamente una buena persona debe creerse también que era un mentiroso o un demente, ¿se entiende esto?, pero, si no era ninguna de estas dos cosas, entonces Jesús era lo que decía que era. En el Nuevo Testamento nos encontramos con una persona, Jesucristo, que dice muchas cosas “bonitas”, pero también hace afirmaciones “chocantes” para la época, como que Él es Hijo de Dios. Para entender estas afirmaciones hay que –algo que muchos olvidan- llevarlas a su contexto. Estamos hablando de una persona judía, por lo que su afirmación de que Él era Hijo de Dios no puede entenderse de otra forma que la textual. No me vengan a decir que era un gran profeta, porque ello queda fuera de contexto, fuera de lugar y es una mentira afirmarlo.
Dejamos el despacho del Señor Lewis, su pintoresco hogar en medio de un parque muy florido a esta altura del año, convencidos, como él, de que vale la pena pensar en su propuesta: ¿qué creemos? ¿Jesús decía la verdad o no? Por sus hechos implícitos o explícitos Jesús decía que era Dios. Entonces, ¿era un lunático? Es decir, creía que era Dios, pero no lo era. ¿Era un mentiroso?, o sea, Jesús no era Dios, y lo sabía. ¿O Jesús es el Señor?
En su libro Mero Cristianismo*, el escritor expresó que hay cuestiones en ruedo entre los cristianos para las cuales no cree tener la respuesta. Hay algunas para las que tal vez nunca conozca la respuesta: si las planteara, incluso en un mundo mejor, podría recibir la misma respuesta que recibió un interrogador mucho más grande que él (el Señor Jesús mismo): «¿Y a ti qué te importa? Tú sígueme.»
Salimos satisfechos de esta entrevista y esperamos lo mismo de nuestros lectores.
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* C. S. Lewis, Mero Cristianismo, Ed. Rialp, Madrid 1995.

Patricia Sampaolo de Bonacci
Vive en Caleta Olivia. Es Profesora en Historia, Magister en Historia. Es escritora de ensayos, narrativa y poesía ha publicado en diversos medios periodísticos, medios científicos, revistas literarias y antologías de cuento y/o poesía. Autora del libro de cuentos “Para la brevedad basta un océano”, el poemario "Vates y vates" y la novela corta “Son de Café”.

Patricia Sampaolo de Bonacci
Vive en Caleta Olivia. Es Profesora en Historia, Magister en Historia. Es escritora de ensayos, narrativa y poesía ha publicado en diversos medios periodísticos, medios científicos, revistas literarias y antologías de cuento y/o poesía. Autora del libro de cuentos “Para la brevedad basta un océano”, el poemario "Vates y vates" y la novela corta “Son de Café”.
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