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¿Tener o ser?

    Tener o Ser

    Por: Pablo Arias.

    Hace poco preparando un trabajo práctico para filosofía, me propuse buscar a pensadores del siglo XX que hablaran sobre la cuestión del materialismo y el ser. Hojeando a distintos autores, me encontré con un libro del psicoanalista humanista Erich Fromm llamado “Tener o ser”. Según el autor, en nuestra era técnico-industrial el querer tener constituiría el mal básico de nuestra sociedad. Claro que muchas de las ideas que expone Fromm vienen de Marx, quien intentó enseñar que el lujo es un defecto y que nuestra meta debe consistir en ser mucho y no en tener mucho. 

    De este texto, pude extraer algunas definiciones, tanto de “ser” como de “tener”, bastante interesantes:

    En cuanto al “tener”, la modalidad se expresa en el afán de posesión de cosas y valores materiales, en el ansia de poder y dominio, donde quienes más poseen determinan que los que no tienen nada, tampoco nada son.

    Por el lado del “ser”, encontramos lo contrario, ya que exige al hombre “renovarse a sí mismo, crecer, desbordarse, amar, trascender la cárcel del propio yo solitario, interesarse, dar”.

    Cuando avanzaba en la lectura del libro todo el tiempo venían a mi mente las palabras de Jesús, muchas de ellas en el sermón del Monte, sobre las cuestiones del “ser” y el “tener”. Al fin llegó la solución a mi búsqueda y me quedé sorprendido ya que en su visión, la religión pura que Jesús predicó se ha convertido en la “religión industrial” que, para el autor, sería “inconciliable con un cristianismo auténtico”. Para resumir, Fromm ve que la cuestión de poder se ha introducido en la religión y nos separó del verdadero cristianismo.

    Todo esto me hizo pensar mucho e ir a la Palabra de Dios para ver cómo Jesús trató estos temas y así poder refutar a Fromm o a personas que piensan como él. Aunque por un momento, debo confesar, esos pensamientos me dejaron bastante confundido. Pero debía ir a la verdadera fuente, cerré el libro de este humanista para abrir el libro de los Hechos y tratar de comprender cómo concebían los primeros cristianos las posesiones y las riquezas. La palabra de Dios nuevamente aclararía mis dudas, me llenaría de certezas y me haría repensar aún mi propia vida y la dinámica de la iglesia en este momento de la historia.

    Anclé mi lectura en Hechos 2, donde se describe a la primera comunidad cristiana. Después del primer sermón de Pedro encontramos algunos patrones de este grupo. Según el texto, cuatro características de las primeras reuniones que celebraban son: que seguían atentamente la enseñanza de los apóstoles, la comunión, partían el pan y perseveraban en la oración. Si bien todos estos puntos forman una sola pieza inseparable, voy a quedarme con la segunda característica que es “la comunión”. Si leemos detalladamente este capítulo hallaremos una perla que pocas veces focalizamos como parte central de esa comunión, y es que lo que tenían, aún sus posesiones (propiedades y bienes) eran vendidas para repartir a cada uno según la necesidad que tenía. No podemos negar que en nuestra cosmovisión occidental individualista esto no sacude. No era obligatorio vender las propiedades, no todos lo hacían, pero algunos veían las necesidades y daban todo lo que tenían por los que nada poseían.

    Eran una iglesia que quería estar cerca de las enseñanzas de la Palabra de Dios, también era una comunidad que adoraba a través de partir el pan y estar firmes en la oración, pero también y, creo esto viene como consecuencia de lo anterior, era una iglesia que amaba. La comunión era entendida como el desprendimiento de las posesiones para aquellos que menos tenían. Si de gracia habían recibido, de gracia daban, entendiendo que “hay más gracia en el dar que en el recibir”

    Jesús en el sermón del Monte fue claro respecto a estos temas, y creo a eso se refiere Fromm con el verdadero cristianismo. No nos mandó a acumular tesoros en la Tierra, sino en el cielo, también nos dijo que no nos preocupemos por el mañana, qué comeremos, beberemos o qué ropa tendremos, sino que nos pidió que busquemos primeramente el reino de Dios y que lo demás será añadido.

    No nos afanemos por el tener sino preocupémonos y busquemos que nuestro ser, como primera acción, busque a Dios. Si decimos que vivimos en la era donde las posesiones materiales definen el ser, mi pregunta es ¿Por qué la iglesia actual predica que las verdaderas bendiciones que obtiene el hombre de Dios son las riquezas?, ¿qué diferencia la religión industrial de la “doctrina” de la prosperidad”? ¿Por qué muchas veces como cristianos nos esforzamos por tener más y no nos percatamos del que sufre hambre o lo ha perdido todo? Si Jesús prometió que jamás nos faltaría la comida, la bebida y la ropa, ¿Por qué vivimos vidas mediatizadas por lo material?

    Cuando intentamos darle un sentido a nuestra existencia desde lo material nunca tendremos libertad, y si la tenemos temeremos perderla, porque “si yo soy lo que tengo y  lo que tengo se pierde, entonces ¿quién soy?”.

    En nuestro encuentro con Cristo se nos ha revelado la Verdad, la Vida y el Camino a Dios, hemos muerto a nuestra vieja manera de vivir y en Cristo hemos resucitado a la nueva vida, hemos tomado conciencia de nuestro peregrinaje por esta tierra, y sin dudas, nuestra vida ha encontrado un sentido eterno.  No hay riqueza, ganancia o posesión material que pueda darnos felicidad, todo será momentáneo.

    Aferrémosnos a lo trascendental de esta vida, que no son posesiones materiales, sino Cristo, nuestra esperanza eterna. Y lo poco o mucho que tengamos compartámoslo con amor, sabiendo que nada es nuestro, sino que de gracia lo hemos recibido y de la misma manera lo tenemos que dar.

    1 pensamiento en “¿Tener o ser?”

    1. Excelente reflexión, Pablo. Fuiste al Fuente de verdad y da luz a la cuestión de tener y ser. El día a día para mi regresa a estas pregunta – ¿Creo en lo que Jesús me dice acerca de buscar primero Su Reino? ¿Confió en lo que prometió que jamás nos faltaría la comida, la bebida y la ropa?

      He recibido libremente sin merecerlo, entonces doy libremente (Mateo 10:8).

      Otro pasaje que recientemente me impactó mucho en esta cuestión de riqueza es Deutoronomio 8:17-18.

      “No vayas a decir en tu corazón: “Mi poder y la fuerza de mi brazo me han hecho ganar estas riquezas.” Más bien, acuérdate del Señor tu Dios, porque él es quien te da el poder de ganar esas riquezas, a fin de confirmar el pacto que hizo con tus padres, como en este día.”
      ‭‭Deuteronomio‬ ‭8:17-18‬ ‭RVC‬‬

      – Mientras vamos conociendo mejor a nuestro Dios, descubrimos que nuestra confianza no debe ser en la riqueza adquirida, sino en SU PODER obrando en nosotros generando חיל (Número de Strong: H2428 (riqueza, fuerza, eficiencia, habilidad) para confirmar Su Pacto con Abraham – que sus descendientes (de Su semilla – Jesús), van a bendecir todas las naciones de la tierra.

      Esta verdad me está animando mucho en estos días con mucha incertidumbre acerca de lo que va a pasar económicamente en el futuro. Con el poder de Dios obrando en nosotros, podemos generar lo que realmente puede bendecir a otros en su necesidad.

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