En la misma época en que empecé a leer y conocer sobre filosofía, estaba dando mis primeros pasos en una práctica y creencia cristiana más consciente. Desde entonces, viví esos intereses y esa relación entre filosofía y cristianismo como una tensión, una que padecía.
Desde hace un par de años decidí hacer lugar a esa tensión. Primero dentro de mí, y, desde ahí, compartiendo con diferentes comunidades las inquietudes que me surgían y los descubrimientos que me asombraban. Esas ganas de compartir, hoy cobran la forma de una serie de artículos para Siempre Reformándose.
Muchos de los aspectos de este tenso vínculo entre filosofía y cristianismo, tanto en la práctica como en el discurso, están presentes desde el origen mismo de esta relación. Por supuesto que algunos temas y debates han ido cambiando de acuerdo al espíritu de los tiempos. Sin embargo hay una serie de constantes que marcan a fuego esta historia.
Exploremos un poco:
La filosofía es una disciplina que promueve un tipo particular de amor: el amor al saber. La sofía que nos invita a amar es la síntesis de sabiduría práctica y sabiduría teórica. Cualquier persona que quiera bucear más profundamente en el océano del saber humano y la construcción de sus culturas, está haciendo, de algún modo, filosofía.
El cristianismo, por su parte, es un tipo de religiosidad que propone el amor a Dios y el amor al prójimo como modo de expresión de sus profesiones de fe. Cinco siglos separan el origen de la filosofía de la prédica y vida de Jesús y de las primeras comunidades que se formaron en torno a ese testimonio.
Dios, el alma, la verdad, el amor, el otro, la existencia, la maldad, el mundo, el cuerpo, la comunidad, el tiempo, la libertad, la voluntad, la historia, las paradojas, la cuestión de la palabra y la comunicación, la interpretación, entre muchos otros, son temas que cruzan tanto la reflexión como la práctica del cristianismo y de la filosofía.
El cristianismo se ha nutrido, desde su origen, de los debates y disputas de las múltiples corrientes filosóficas helénicas que atravesaban todo el Imperio Romano. Paralelamente, la filosofía fue dando cuenta de los debates y cuestiones que el cristianismo fue suscitando en su robusta y conflictiva tradición. Así seguirá siendo.
Muchas corrientes filosóficas han sido muy críticas del cristianismo. Y lo siguen siendo. El cristianismo también ha sido muy crítico con determinadas prácticas y corrientes filosóficas. Y lo sigue siendo. Y es importante que esa tensión no se interrumpa. No hay que apurarse a resolver contradicciones.
Nuestra propuesta es de diálogo. Y para que ese diálogo ocurra, siga ocurriendo, es necesario que haya un desequilibrio, es necesario que la tensión permanezca. También es importante tener algo para decir. Saber decir la propia palabra. Y decirla en voz alta y con claridad. Esperamos, con esta serie de artículos, aportar algo en esta larga tradición de diálogo y tensión entre filosofía y cristianismo.

Graciano Corica
Es profesor en ciencias de la educación y licenciado en ciencias sociales y humanidades. Actualmente, cursando la maestría en filosofía en la UNQ. Está casado y tiene dos hijos. Se dedica a dar talleres, cursos y charlas sobre temas filosóficos en diálogo con la experiencia espiritual en general y con el cristianismo en particular.

Graciano Corica
Es profesor en ciencias de la educación y licenciado en ciencias sociales y humanidades. Actualmente, cursando la maestría en filosofía en la UNQ. Está casado y tiene dos hijos. Se dedica a dar talleres, cursos y charlas sobre temas filosóficos en diálogo con la experiencia espiritual en general y con el cristianismo en particular.
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